Podemos engañar a todo el mundo,
pero no a nuestra propia conciencia.
Por ello hay que medirse en cada acto
de nuestra vida y no hacer daño a nadie,
allí donde reposan las acciones de nuestra
vida allí estamos inscritos y cuando menos
esperamos tenemos la factura pendiente.
Analiza esta reflexión y toma las lecciones
positivas que ello te pueda dar.
miércoles, 22 de mayo de 2013
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