lunes, 24 de mayo de 2010

EL MENDIGO

Observo en ti la pureza de tu límpida mirada

donde se reflejan los ojos de Jesús.


Me detengo en un momento de recogimiento

tomo de mi bolso una moneda y te la doy

también comida para mitigar tu necesidad.

Después te vas pero quedas en mi,

eras Jesús en el hermano hambriento

era mi Padre que tocaba mi puerta.

Cuántas veces habrás pasado desapercibido

pero yo te vi y siento la emoción de haberte sido útil.

Cuando te toquen al carazón


Abre las puertas de tu alma

Verás las maravillas que hace Jesús.

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