Observo en ti la pureza de tu límpida mirada
donde se reflejan los ojos de Jesús.
Me detengo en un momento de recogimiento
tomo de mi bolso una moneda y te la doy
también comida para mitigar tu necesidad.
Después te vas pero quedas en mi,
eras Jesús en el hermano hambriento
era mi Padre que tocaba mi puerta.
Cuántas veces habrás pasado desapercibido
pero yo te vi y siento la emoción de haberte sido útil.
Cuando te toquen al carazón
Abre las puertas de tu alma
Verás las maravillas que hace Jesús.
lunes, 24 de mayo de 2010
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