Déjame oír el susurro
de tu voz al pronunciar
mi nombre.
Déjame verte etéreo,
invisible a los ojos de
los demás.
Déjame acariciarte
imaginándome tus
suspiros a mis abrazos
tiernos.
Déjame acariciar la brisa
que te cubre,
el velo de la aurora
que adivina tus sueños.
Eres etéreo como el oleaje
del mar, el susurro de
una voz y el soplo
del viento.

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