martes, 2 de abril de 2013

EL OCASO.

Llueve en el alma
del que se va.

La vida lentamente
languidece.

Veamos hacia atrás
y sintamos el amor
que nos arropa.

El ocaso de la vida
debe ser fuerte.

Atrás quedan la inocencia
de la niñez, aquí y ahora
el análisis profundo
de lo que se hizo 
y de lo que no fué.

Lentamente se hace el silencio
termina la agonía 
vuelve la calma.

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