AL JOVEN MARROQUI

No quisiera hablar de esto, pero algo en mi interno yo, me obliga a ello, pienso que todo se debe a que creo en un Ser Superior, que nos ve a todos iguales y que lo que quiere es que nos amemos los unos a los otros.

En este mundo temerario hay muchos problemas por arreglar y que no sólo la palabras bastan, hay que tomar acciones, cada uno en su lugar puede dar su granito de arena para lograr un poco de equilibrio en la tierra. Evoco ahora a las palabras del Maestro Jesús “Tuve sed y me deis de beber”. Tenemos que cambiar pero un cambio interno, profundo en cada ser.

En Tenerife, esa Isla bonita de España, me tocó ver por televisión a un periodista llorar por un acontecimiento que le pasó. Estaba ejerciendo su oficio en la orilla del mar, cubriendo la noticia de una embarcación de esas que traen seres buscadores de vida, con hambre, sed y deseos de mejorar, sencillamente vivir como seres humanos. La patera había zozobrado y dentro había dos cadáveres. Dice el periodista que uno e ellos era muy joven. Mientras tomaba el reportaje y hacía las fotos correspondientes le sonó el celular al joven y el periodista concluyó que era su mamá que lo estaba llamando. En el momento de la muerte a lo mejor su pensamiento fue para su madre y las madres adivinan los pensamientos de sus hijos. Yo también lloré porque es un problema de difícil solución, pero hay que aportar algo, palabras, acción, lo que sea, la mayoría de los pueblos adolece de muchas cosas, en cada ser hay diferencias, hay inconformidad. Esto es triste, confuso. Vamos a la vida demos de nosotros lo mejor, luchemos por un mundo de justicia, Hagamos con Ghandi cero violencia.

Al joven marroquí que no vio a Tenerife unas palabras…

Siento el dolor del mundo
del que tiene hambre
del que tiene sed
del desesperado que no puede navegar
del que navega y entrega su cuerpo al mar
del que espera una llamada que nunca llegará
del que hace una llamada que no será respondida.

Temo al aire
temo al mar
al mundo desnudo de miserias sin pan.