HIJOS.
No me reproches si no tengo
fuerzas como tú.
Imagíname radiante de juventud,
la vida pasa hijos y vamos
dejando en ella la alegría,
quedando sólo los recuerdos
hermosos, la valentía.
Ese hacerte hombre y mujer de bien.
educados y fortalecidos
en la palabra de Dios,
ese Magnánimo Ser
que nos dió la vida.
Ayúdame ahora a andar,
y da el ejemplo a tus hijos
para que fortalecidos en la palabra
hagan eco en la juventud.

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